viernes, 23 de septiembre de 2016

EL FINAL DE MI HISTORIA


Entré en el recinto, y para mi mayor comodidad, el lugar estaba solo, así que un encantador silencio me dio la bienvenida. Nada mas franquear la puerta, lo primero que me llamó la atención fue el cuadro de los ojos de mirada triste. Entraba yo en una sala de exposiciones donde eran expuestas bonitas y originales pinturas, colgadas sobre paredes muy blancas. La mirada triste de la chica de ese cuadro me siguió todo el tiempo que estuve allí.
El silencio del que hablé al principio pertenecía solo al recinto, porque después de estar un rato allí y haber visto todas las obras expuestas, caí en la cuenta de que a mis oídos llegaba el sonido de lo que parecía ser el tintineo de vasos, platos y cubiertos. Realmente la sala de exposiciones era pequeña y estaba ubicada en la planta baja de la universidad, en medio de pasillos llenos de aulas y otros ambientes.
Tengo la manía de sentirme tan a gusto cuando me encuentro a solas en algún lugar, que tengo la tendencia de magnificar el silencio del sitio. También me suele pasar que soy presa de la capacidad que he desarrollado de unir mi propio silencio con otros silencios que siempre tengo la suerte de encontrar a mi paso. Así que sintiéndome tan cómoda y a gusto con el silencio no es necesario que explique que estos estados tan personales duran realmente poco, sobre todo cuando estoy fuera desarrollando cualquier actividad propia de mis quehaceres cotidianos como colaboradora del digitalsur.com; pero no por ser cortos son menos intensos e inspiradores.
A causa del sonido que llegaba a mis oídos, que al parecer era originado por la manipulación de menaje y que me sacó de mi abstracción de silencio y observación, y guiada por la curiosidad, decidí dirigirme hacia el lugar de donde provenía tal ruido, con lo cual descubrí que al lado de la sala de exposiciones estaba la cafetería de la Universidad. Aquí aprovecho para decir que era la primera vez que visitaba aquella casa de estudios universitarios del sur.
Entonces, me adentré en aquel ambiente totalmente distinto al anterior, me senté allí, pedí un café y pensando en aquella mirada triste me dispuse a escribir, pues había encontrado la inspiración para narrar el final de mi historia.
María de la Luz
22-09-2016


domingo, 4 de septiembre de 2016

LO QUE EL MUNDO ME DICE

Cuando salgo fuera no voy ni con gafas oscuras ni con música en mis oídos, por el contrario voy atenta a lo que el mundo me dice. Me esmero en entender los susurros del viento a su paso por mi lado, me deleita imaginar que me baño de colores, en especial de ese hermoso azul que muy generosamente nos regala el mar. Me encanta escuchar frases sueltas de conversaciones desconocidas e imaginar asombrosas historias. Oigo que mis recuerdos me llaman, me detengo, dejo que se acerquen y que vengan conmigo a donde quiera que voy. Me convierto en una gran observadora de lo pequeño, de lo diminuto, de lo que pasa desapercibido, y me doy cuenta de que hay lugares de luz y lugares de oscuridad, que los fantasmas, monstruos y demás seres invisibles también están ahí por doquier, que siguen y acompañan a las personas ya sean familiares o amigos y que se puede hablar con ellos. Descubro millones de estrellas llenas de pedacitos de cielo, también descubro que los árboles cantan, que las olas del mar juegan y ríen a carcajadas todo el tiempo, y si camino muy rápido desacelero mi paso porque así entiendo mejor lo que el mundo me dice. A mi paso voy viendo personas que gritan su angustia presumiendo de felicidad. Aprendo que hay otras palabras detrás de las palabras, que hay otras lágrimas detrás de las lágrimas y que hay otras sonrisas detrás de las sonrisas. Que las sequías, los desiertos y las pobrezas están dentro, pero que también hay pobrezas afuera. Veo a niños y jóvenes esclavos de sus teléfonos, perdidos tras un tropel de fotos y a adultos también, pero no sucumbo a la desesperanza, me miro en ese espejo y entonces dejo volar mi imaginación, escucho a otros mundos imaginarios que también me hablan y dejo que momentos de magia llenos de creatividad me envuelvan, me convierto en lugares recónditos y creo personajes extraordinarios. Asumo que es una maravilla de la intuición y de la percepción esa voz interior que me habla y que solo es posible escucharla cuando se apartan los ruidos de la superficialidad. Sigo caminando, me detengo en mi misma y esta vez soy yo la que le responde al mundo, hilando historias y presentándole a mis personajes. Vuelvo a imaginar que me baño de colores, hablo con el mar, escucho los sonidos que apaga la bulla, respiro y siento mi respiración, percibo sutiles aromas, descubro una soledad mágica llena de sabiduría, aparece lo simple que me quita peso, dejo que el sol me alumbre e invoco a la lluvia, entonces se dibujan en el paisaje los misterios del universo, por eso cuando salgo fuera me aseguro de que mi teléfono esté en lo mas profundo de mi bolso, no llevo gafas ni música en mis oídos porque voy atenta a lo que el mundo me dice.

María de la Luz

miércoles, 17 de agosto de 2016

LA TIERRA DEL JOROPO Y LA MORENITA

La TIERRA DEL JOROPO también te canta y baila, Morenita. Allende los mares yacen sembrados muchos de tus hijos. Allá en la llanura inmensa, bajo el sol tropical, en aquel hermoso continente de grandes ciudades y profundas selvas al son de tambores, zapateo, arpa, cuatro y maracas llegan rumores de folías y cánticos Canarios que con alegría y devoción te rememoran, por eso, hoy tu hija VENEZUELA se presenta ante ti con A.F. YACAMBÚ, un ramillete de flores, hermosas orquídeas que con sonrisa en el rostro, luz en la mirada, movimientos multicolores, contoneo en sus caderas, dibujan un destello tricolor que te venera. ¡Escucha! La encantadora y dulce melodía de nuestra ARPA viaja a través del mar e irrumpe como mensajera de ESPERANZA, entonamos un JOROPO y al vaivén de nuestros sombreros pelo e’guama y al ritmo del agitado movimiento de nuestras faldas, te pedimos por los de aquí y por los de allá.
A propósito de la representación VENEZOLANA el 15 de Agosto 2016 ante la Virgen de La Candelaria en su día. Tenerife.

domingo, 26 de junio de 2016

ERA LA PRIMERA VEZ QUE VISITABA LA ISLA DE LA PALMA

De frente a la ventana, y dudando de si me acercaba o no, quería con una curiosidad infinita mirar a través del cristal. Imaginaba a la niña de cabello rubio con gruesas trenzas, sentada en el piso de madera, jugando con su muñeca Marilú. Por fin, llenándome de valor para franquear la privacidad del lugar me acerqué, y apartando cuidadosamente las ramas floridas de la hermosa enredadera, alzándome de puntillas, pegué mi rostro al cristal y la pude ver a través de la vieja y empolvada ventana, allí estaba ella, la encantadora niña; absorta peinaba la cabellera negra de su preciada muñeca.Mi abuela no me había mentido, todo era tal cual como ella me lo había contado: la casa roja, grande e imponente al lado, el aljibe y la escalera en la parte de enfrente, un amplio salón con piso de madera, mucha vegetación alrededor y la ubicación; la casa estaba a la orilla de la carretera.Las numerosas historias que se agolparon en mi memoria y que revivieron al estar mirando a través de la ventana, me indicaron que efectivamente ella había vivido allí. Era la encantadora niña, mi madre, y esa era la casa donde había transcurrido su infancia, casa que reconocí caminando cuidadosamente calle abajo apenas llegué al pueblo, sin mas guía que los estimados recuerdos que guardo de las historias que me contó mi abuela en mi niñez.Era la primera vez que visitaba la Isla de La Palma y por ende el pueblo de Mazo, recuerdo que al día siguiente de llegar allí, me levanté muy temprano y me fui a caminar por los alrededores y allí estaban los lugares numerosas veces descritos en las historias oídas en mi infancia: la Iglesia de San Blas, el cementerio, la plaza del Ayuntamiento, la casa roja y por supuesto la casa donde habían vivido mi bisabuela, mi abuela y mi madre. Un acogedor pueblo lleno de árboles y flores, donde sanas e inocentes costumbres que sobreviven hoy y que conviven con la modernidad y el adelanto de los tiempos, pareció darme una familiar bienvenida. Entré al cementerio que parecía un jardín florido, y en aquel momento creí que leyendo los nombres plasmados en las criptas me reencontraría con mis antepasados.Aquel mi primer verano en Canarias, agosto del 2008, crucé el mar para llegar a la hermosa Isla con forma de corazón, y aprovechando el tiempo al máximo logré que La Palma me mostrara sus encantos, en sus miradores logré atrapar la inmensidad del mar y del cielo y en cada rincón visitado ella me atrapó a mi.Pero sin duda alguna, durante todo el tiempo que estuve allí, me arrullaron las historias de mi abuela; benditas las palabras contadas que nos hacen revivir y reconocer mágicamente la belleza de lo ya vivido, por otras personas, en otros tiempos y en otros lugares. Todo era como ella me lo había contado.María de la Luz (06/05/2016)

martes, 3 de mayo de 2016

LOS HILOS MÁGICOS

Abrió el baúl y ante sus ojos apareció un chico rubio con grandes ojos azules. De un salto, salió de su lugar de descanso, y con actitud amable se dirigió a la persona que había estado llamando a su morada y extendiéndole su mano, le saludó:

-Hola, mi nombre es Perucho-.

Pronto el chico, al corresponder a su saludo, se pudo percatar de que Perucho,  tenía todos sus hilos caídos, en desorden y sin que nadie los sostuviera. Esto le causó un gran asombro pues, cómo era posible que sin estar sostenido ni que nadie lo dirigiera pudiera moverse y andar libremente.

Perucho, notando el desconcierto de aquel muchacho, se apresuró a disculparse por el ruido que causaba dentro del baúl.

Aquel niño, trataba de buscar una explicación lógica a semejante fenómeno. Pues todas las marionetas, que él había visto alguna vez en su vida, estaban sostenidas por hilos fuertes y dirigidas por una persona de carne y hueso.

Perucho, viendo la cara de estupor de aquel chico, se dispuso a actuar con naturalidad.

Tratando de salir de su asombro, el jovencito le preguntó a Perucho el motivo por el cual podía moverse sin estar sostenido por sus hilos.

Perucho, que siempre había pensado que su situación era normal, no sabía cómo explicar de una manera sencilla a aquel niño lo que le preguntaba, para que lo pudiera entender.

En un primer momento, no encontraba las palabras adecuadas, pero pidiendo ayuda al GRAN MISTERIO, logró comenzar su explicación. -Tengo dos clases de hilos, los normales que todos pueden ver y que dirige el hombre y otros que son mágicos-. Dijo.

Pero aquellos hilos mágicos, que Perucho mencionaba, no se veían por ninguna parte, por más que el chico buscaba y miraba.

Resulta que aquella asombrosa marioneta, con el transcurrir del tiempo se había dado cuenta, que en cada función había ido desarrollando habilidades y destrezas inusuales. En muchas ocasiones, el hombre de carne y hueso no se daba cuenta, pero muchas de sus piruetas y movimientos eran gracias a sus hilos mágicos. Y era que estos cordones invisibles a los ojos de los demás, eran los que lo guiaban en las funciones y en los momentos en que no estaba trabajando, tal como ahora.

Aquel niño sin salir de su asombro, trató de seguir la explicación de Perucho:

-Son hilos invisibles que no los dirige el hombre, sino que al venir del GRAN MISTERIO, están dotados de una fuerza especial y de movimientos muy sutiles, tienen una extensión casi infinita de modo que yo puedo ir a cualquier parte, hacer cualquier movimiento y realizar la cantidad de piruetas que yo desee con total libertad y energía-. Explicaba Perucho.

-Por supuesto al ser estos hilos mágicos invisibles, no los puede ver casi nadie y mucho menos el hombre que me dirige, pero he notado que en algunas funciones, los niños que me ven, se han dado cuenta de la existencia de ellos-. Continuaba explicando elocuentemente la extraordinaria marioneta.

-No me molestan, pues tienen un pegamento muy suave y están fijados a mi cuerpo de tal manera, que ni siquiera siento el sitio dónde están unidos a mí. Es por esa razón por la que me muevo con total libertad cada vez que yo lo deseo-.

Pero mientras oía a Perucho, a aquel niño se le fueron ocurriendo una serie de preguntas en su imaginación:

Primero, -¿cómo era que Perucho se había dado cuenta de que tenía unos hilos mágicos si eran invisibles y nunca los había visto?-. Segundo, -¿quién lo había dotado con semejantes cordones tan especiales y qué era el GRAN MISTERIO?-.  Y tercero, -¿por qué los tenía solamente él y no todas las marionetas del mundo?-.

Un sonido agudo y fuerte le hizo abrir sus grandes ojos azules, dándose cuenta de que había despertado y de que había estado soñando. Era hora de levantarse e ir al colegio. A primera hora le tocaba presentar su trabajo. Al salir de su cama, miró hacia el escritorio de su habitación y allí estaba su pequeña marioneta, que con tanto esmero y dedicación había construido para cumplir con la tarea asignada por la maestra de artística. Y mientras tomaba su desayuno, no dejaba de pensar en lo maravilloso que sería el mundo si todas las marionetas pudieran hablar y tuvieran hilos mágicos.
María de la Luz
2011)