jueves, 25 de diciembre de 2014

LA CARTA MÁGICA


Lo despertó una dulce melodía, se levantó de la cama y restregando sus grandes ojos marrones salió de su habitación en dirección hacia la pequeña sala de su casa, donde las luces del árbol de navidad parpadeaban sin cesar. Al entrar en el acogedor salón se percató que todo el lugar estaba teñido de un color blanquecino y un poco amarillento, como si pequeñas motas o partículas brillantes en suspensión pulularan por todo el lugar. Una fría brisa entró por la ventana entreabierta lo que hizo que el árbol, con campanitas, luces, bambalinas y demás adornos se estremeciera con fuerza, produciendo un gracioso ruido. Corrió presto a cerrar la ventana antes de que el hermoso arbolito de navidad con todos sus accesorios cayera al piso. Dispuesto a regresar a su cama, pues tenía sueño y estaba helado, distinguió un gran sobre dorado justo a los pies del árbol y sin poder evitarlo se acercó y lo cogió entre sus manos. Mirando en dirección hacia la habitación de sus padres, que al parecer dormían tranquilamente y no se habían percatado absolutamente de nada, sacó la carta que contenía el bello sobre. Sentado en el piso y amparándose en las luces del árbol para poder leer lo que había escrito en aquel papel color azul y escuchando todavía aquella melodía que lo había despertado, se dispuso a comenzar la lectura. Al principio destellos dorados en aquella carta, no lo dejaban ver con claridad, no sabía si era por las luces del árbol que le daban esa sensación o si por el contrario el papel brillaba por sí mismo. La carta estaba dirigida a los niños del mundo, era muy larga y estaba firmada por los regalos que nadie pide. Algunas líneas eran visibles y otras no, así que cansado de hacer un gran esfuerzo por ver todas las palabras se limitó a leer frases sueltas y párrafos alternos, pues la luminosidad del papel le impedía leerlo todo.
Su madre lo encontró dormido sobre la alfombra al pie del árbol de Navidad. Lo cogió entre sus brazos y con un tierno beso en la mejilla lo despertó dulcemente y mientras lo llevaba a su habitación, Juanito no dejaba de preguntarle si  había visto la carta. El niño solo recordaba el nombre de los regalos que nadie pide y en su cabeza no cesaban de repetirse las siguientes palabras: “UN GRAN AMIGO”, “EL MILAGRO”, “LA ESTRELLA”, “LAS FLORES”, “EL ARTE”, “EL CORAZÓN”…..

miércoles, 24 de diciembre de 2014

EL BELEN

Sobre el techo del establo, aquel Pastorcito inclinado hacia adelante y con su mano en la frente miraba a uno y otro lado buscando la ubicación de la estrella. Estaba muy preocupado porque la estrella se había movido en varias ocasiones y no quería perderla de vista. Por esa razón, se había pasado gran parte de la tarde caminando de un lado a otro dentro de  aquella pequeña aldea donde vivía con sus padres. Las ovejas yacían esparcidas por todo el lugar y los pastores reunidos en grupos de dos o tres, no dejaban de hablar de la enorme y brillante estrella que había aparecido desde tempranas horas, en el cielo.

-A Vicky le encantaba el Belén. En cuanto su madre acababa de armarlo pasaba largos ratos sentadita en el piso frente al portal imaginando historias-.

Mientras tanto en la fuente del pueblo el ángel se había detenido a beber agua, pues tenía mucha sed y descansaba sentado con sus enormes alas azules a los pies de la misma. Los tres Reyes, montados en sus camellos venían muy despacio, todavía lejos del pueblo. El Pastorcito al divisarlos desde la copa de una palmera donde se había subido antes de que anocheciera, abrigó la esperanza de que vinieran cargados con muchos regalos.

-Para la niña, los protagonistas de sus historias siempre eran El Pastorcito, La Estrella y El ángel. Y siempre había pensado que nadie tenía tanta suerte como el pastorcito, que vivía en el Belén, un lugar mágico y bonito-.

Un poco cansado, pues desde muy temprano en la mañana había salido a la faena de arrear las ovejas con su padre, el pastorcito decidió acostarse por un rato dentro del establo. En el lugar había una mula y un buey que tranquilos y sin sorprenderse por su presencia, le permitieron echarse sobre la paja amontonada a la izquierda, donde cerró sus ojos por unos instantes, pensando en la enorme y brillante estrella, que ocupaba sus pensamientos aquel día. Al escuchar el llanto suave y tierno de un bebé abrió sus ojos y su sorpresa fue muy grande al ver aquella bella escena dentro del establo. Una pareja y un bebé recién nacido puesto sobre un pesebre aparecieron ante sus ojos, el lugar estaba iluminado por una luz muy intensa y los tres reyes estaban sentados a la derecha contemplando aquel niño. Cuando quiso salir del establo todas las gentes del pueblo amontonadas en la puerta casi se lo impidieron, pero logró hacerlo, quería ver donde estaba su estrella y donde estaban los regalos que habían traído los reyes. Una ligera brisa fría le dio en la cara y el Angel alzaba su vuelo, no pudiendo evitarlo volvió sobre sus pasos y se asomó por la ventana de aquel humilde establo a contemplar el hermoso niño recién nacido…

-Aquella tarde, como muchas otras, Vicky había imaginado esta linda historia que no pudo concluir porque su madre la llamó para que fuera a cenar. Ya tendría tiempo de darle un final, pensaba para sí misma, mientras encendía las luces del belén y se dirigía a tomar su cena.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Al girar la manija y abrirlo, escuchó muchas voces, gritos y susurros. Lo deslumbraron clarísimos amaneceres y divisó noches muy oscuras. Lo invadió el amor y el desamor. La locura, el tormento, el dolor, el miedo se apoderaron de él y presintió la muerte. Escuchó llantos y risas. Fue arrastrado por historias cortas y largas y de repente se encontró sumergido en cuentos de fantasía y magia. Vio submundos y universos enteros. Encontró su propia historia narrada en la vida de otros personajes y en otras épocas. Vistió indumentarias desconocidas y viajó a lugares antiguos. Participó en batallas y guerras, convirtiéndose en triunfador y derrotado. Vivió penas, glorias y soledades. Pudo conocer el pensamiento de los que eran enemigos. Se enfrentó a fantasmas y monstruos. Caminó largos días bajo la lluvia y se perdió en algún desierto. Habló lenguas extranjeras, le fueron revelados los más oscuros secretos y descubrió las intimidades de las gentes. Rezó oraciones y  ahondó en los misterios del universo. Bailó, cantó, pintó y hasta habló con los animales y las flores. Vislumbró el cielo y el infierno. Amó con locura. Descubrió la muerte y el inicio de la vida. Escudriñó en el interior de las personas desnudando así  su propia alma  y quedó atrapado.  Ya no pudo cerrarlo e indefectiblemente no tuvo regreso. (María de la Luz).