lunes, 29 de mayo de 2017

ENAJENADA

La ciudad estaba vacía, sólo se escuchaba el sonido de mis propios pasos a pesar de que iba descalza. El silencio que imperaba a mi alrededor era tan sobrecogedor que temía hacer ruido con mi caminar, así que cogiendo mi falda comencé a andar de puntillas y tan rápido como me lo permitía el poco valor que me acompañaba puesto que, aquella extraña situación en la que me encontraba inundó mis sentidos de miedo e inseguridad. Ahora lo podía comprobar, esa agónica melodía estaba dentro de mi cabeza, y en cada paso esa sucesión de lánguidos sonidos me distraían del imperante y aterrador vacío del que estaba compuesto aquel lugar. Aquella extraña situación vino a terminar de darle forma a la gran confusión en la que me encontraba desde hacía bastante tiempo, o al menos así lo creía yo, me refiero a lo de bastante tiempo, y entonces le encontré explicación a lo que me pasaba. Alcé mis manos y tapé mis oídos, y al oir únicamente esa melodía dentro de mí entendí que era la que no le daba paso al ruido del mundo que me rodeaba. Había vivido enajenada. Cuando desperté aquella mañana le di los buenos días a la enfermera convencida por fin de que la ciudad no estaba vacía.
María de la Luz (29 de Mayo 2017)

miércoles, 10 de mayo de 2017

SENSACIONES DE UN SUEÑO

Había ido con mi madre a un sitio el cual no conozco, mas sin embargo sí conocía algunas de las personas que encontré en dicho lugar. Era una especie de casa vieja ubicada quizás en una ciudad, su techo era de láminas de zinc y su piso era de cemento pulido. Había un grupo de personas que pertenecían a una organización y por esa razón estaban allí en una especie de reunión. De todas las allí presentes conocía perfectamente a una mujer y al que regentaba el grupo y por supuesto, también conocía de lo que trataba ese grupo y lo que hacen las personas que pertenecen a él. En un primer momento estaban todos dentro y en los alrededores de la casa, que tenía pasillos, corredores y varias habitaciones, pernoctando en alegre conversación. La mujer morena que conozco decía algo que no recuerdo, pero si recuerdo que hablaba en tono amable y sonriente. De repente estaban todos reunidos en un cuarto que hacía las veces de aula, en lo que parecía ser una clase de estudio. Aunque yo estaba afuera y sólo podía escuchar, tenía la certeza de que estaban todos sentados en pupitres. El que regía el grupo hablaba o mas bien leía, reconocí perfectamente su voz. Por lo que escuchaba, supe que leía, recuerdo algunas palabras entre las que repetía insistentemente, “yo”; leía en primera persona. Luego, repentinamente se derrumbó la casa y todos tuvieron que salir de allí, pude ver como un techo se había venido abajo, no hubo heridos, ni siquiera alguien sufrió algún golpe, tampoco hubo escándalo ni estruendo y todos los que allí estaban simplemente se fueron, quedaron algunos pocos hablando de lo sucedido. Yo le dije a mi madre: -Vámonos de aquí, no debemos estar aquí-. Después vi al que regentaba el grupo caminando solo, una capa azul le cubría en su totalidad, encorvado y torcido hacia el lado izquierdo le vi alejarse de espalda. Fin de mi sueño.
Cuando recuerdo mi sueño, mis sentidos son invadidos por una mezcla de sensaciones extrañas que dibujan trazos de cobardía, injusticia y dolor. Lo cierto es que en el sueño una parte de mi, y de eso estoy plenamente consciente, pujaba por alejarse, no quería revivir antiguas tristezas.

María de la Luz (10/05/2017)

jueves, 4 de mayo de 2017

SAN MIGUEL DE ABONA A TRAVÉS DE MI MIRADA

Recientemente pernoctando en ese maravilloso portal al mundo que es internet, leí el extraordinario mensaje de un niño de siete años en el cual solicitaba información del hermoso pueblo donde vivo. El pequeñajo desde Ciudad Real, Cádiz, expresaba en una encantadora misiva escrita de su puño y letra que quería conocer a través de folletos, carteles, fiestas y tradiciones a SAN MIGUEL DE ABONA para cumplir con una tarea asignada por su cole.
Siguiendo el ejemplazo de este aplicado niño me he inspirado para escribir unas pocas palabras que permitan dar a conocer a quienes lean este escrito, el pueblo donde vivo desde hace ya un año y tres meses.
Para mí San Miguel de Abona es un hermoso pueblo azul, así al menos lo descubrió mi mirada. Estando yo recién llegada a las Islas Canarias, participé en un concurso de relatos promovido por el ayuntamiento de un pueblo del sur de Tenerife. Presta a iniciar un camino para mostrar mis letras, me fui a entregar mi escrito y fui a parar con mi relato a una encantadora casa Azul de un bonito pueblo ubicado en lo alto.
La casa Azul de la que hablo es la sede del ayuntamiento de este pintoresco pueblo, es una edificación de dos pisos, rodeada de jardines y corredores, con amplias ventanas cuadradas, y por supuesto está pintada de un azul que asemeja el azul del mar.
Edificada en los años veinte del siglo pasado, reproduce las características de la arquitectura brasileña, inusual en las medianías del sur tinerfeño, se trata de una casa pintada de azul celeste, de ahí el nombre con el que se la conoce, con planta de vivienda y semisótano, y rodeada por un pasillo exterior porticado. El 2 de marzo de 1974 se inauguró “La Casa Azul” como nueva sede del Ayuntamiento.
Hoy viviendo aquí y recordando aquel episodio de mi vida, han pasado ocho años de aquello, no dejo de pensar en los caminos premonitorios del destino. Quién me iba a decir a mí que me establecería aquí y que San Miguel me haría el maravilloso regalo de proveerme de un hogar.
Por mi afán de dedicarme a las letras conocí este lugar y también por mis letras tengo hoy la oportunidad de darlo a conocer, así que paso a describirles desde mi propia óptica como es San Miguel de Abona.
El término abona significa “grandes piedras”, San Miguel de Abona está situado en el sur de la isla, limitando con los municipios de Granadilla de Abona, Vilaflor de Chasna y Arona, tiene este pueblo un acogedor casco histórico y si caminas por sus empedradas calles podrás disfrutar de antiguos ventanales y portales, y más aún, si le permites a tu imaginación tocar en alguna de esas puertas te responderá el murmullo de alguna interesante antigua historia cotidiana.
San Miguel es uno de esos municipios sureños que te conquistará por su sencillez y encanto de otra época. Su casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, es el núcleo urbano tradicional mejor conservado de el sur de Tenerife, desde la perspectiva arquitectónica. Te dará la impresión de estar dentro de esas viejas fotos en blanco y negro, pero con todo su colorido esplendor.
Hay una pequeña ermita, la ermita El Calvario, que ejerce un encantador poder sobre mí, y cada vez que paso por su frente invocaciones universales inundan mi alma. La parroquia matriz es un templo construido en la segunda mitad del siglo XIX. Esta iglesia presenta los rasgos típicos de los templos del barroco tardío canario. Fue construida en piedra y madera de los alrededores y en su interior está la imagen de San Miguel Arcángel, patrón del municipio de San Miguel de Abona.
Son muchos los lugares de interés histórico y cultural de San Miguel de Abona que yo podría describirles, pero prefiero invitarles a que se permitan descubrir este lugar de la geografía Canaria usando sus sentidos, segura estoy que encontrarán a su paso maravillosos rincones, sentirán el clima, olerán la naturaleza, oirán aconteceres pasados, y percibirán la historia que precede a este pueblo del sur y que puja por no dejarse olvidar. En sus edificaciones amtiguas, en sus tradiciones, en sus mayores, en sus hijos ilustres como Juan Bethencourt Alonso, en sus barrancos, en la Casa del Capitán, en la Biblioteca Municipal y en mucho mas lo descubrirán.
Si yo tuviera la oportunidad de contestarle a ese sabio pequeñajo acerca de cómo es el pueblo donde vivo, le diría que desde la azotea de casa puedo divisar el mar, algunos pueblos bajos, una montaña roja, un pedacito de paisaje coloreado de verde y flor y por supuesto un cielo azul, que puedo atrapar con mi mirada la inmensidad del horizonte desde las alturas de sus miradores, que de regreso del trabajo, cuando voy subiendo por la carretera, entre montañas, allí donde las nubes se posan se puede ver mi pueblo, que de noche un mar de estrellas inunda mi cielo, el que puedo ver desde mi ventana y que mi mirada lo descubrió como un hermoso pueblo florido en donde el azul le da color al recuerdo de la primera vez que lo visité.
María de la Luz (04/05/2017)

lunes, 1 de mayo de 2017

HERMANA BRUJA

No hablaba con nadie; se ponía flores en el pelo y había mágicos secretos en sus ojos. Rosalía era su nombre; siendo una niña muy pequeña descubrió su capacidad de curar milagrosamente todos los males, y poseía una especial conexión con las flores a las cuales utilizaba como herramienta de trabajo para desarrollar sus artes y hacer el bien según lo explicaban las gentes del pueblo. En las afueras del caserío, vivía en una hermosa cueva; el lugar estaba lleno de cestas con flores y de vasijas rebosantes con aromáticos aceites; las enredaderas floridas todo el año cubrían el techo y numerosos enseres y utensilios colgaban de las paredes. Curiosamente coloridas mariposas de todos los tamaños señalaban el camino hacia su morada para todo aquel que necesitara visitarla. Se convirtió en hermana bruja el día que siendo aún muy joven y haciendo uso de sus poderes sobrenaturales, pudo contener la fuerza del río que repentinamente creció y amenazaba con inundar y arrastrar todo a su paso. Ante el asombro de todos, le murmuró al rio una extraña arenga al tiempo que le tiraba florecillas con lo que, inexplicablemente, el río se tornó apacible transformándose en mansas aguas cubiertas de flores. Tal era uno de tantos de sus misterios del que fue testigo mi abuelo.
María de la Luz (01 de Mayo 2017)