jueves, 4 de mayo de 2017

SAN MIGUEL DE ABONA A TRAVÉS DE MI MIRADA

Recientemente pernoctando en ese maravilloso portal al mundo que es internet, leí el extraordinario mensaje de un niño de siete años en el cual solicitaba información del hermoso pueblo donde vivo. El pequeñajo desde Ciudad Real, Cádiz, expresaba en una encantadora misiva escrita de su puño y letra que quería conocer a través de folletos, carteles, fiestas y tradiciones a SAN MIGUEL DE ABONA para cumplir con una tarea asignada por su cole.
Siguiendo el ejemplazo de este aplicado niño me he inspirado para escribir unas pocas palabras que permitan dar a conocer a quienes lean este escrito, el pueblo donde vivo desde hace ya un año y tres meses.
Para mí San Miguel de Abona es un hermoso pueblo azul, así al menos lo descubrió mi mirada. Estando yo recién llegada a las Islas Canarias, participé en un concurso de relatos promovido por el ayuntamiento de un pueblo del sur de Tenerife. Presta a iniciar un camino para mostrar mis letras, me fui a entregar mi escrito y fui a parar con mi relato a una encantadora casa Azul de un bonito pueblo ubicado en lo alto.
La casa Azul de la que hablo es la sede del ayuntamiento de este pintoresco pueblo, es una edificación de dos pisos, rodeada de jardines y corredores, con amplias ventanas cuadradas, y por supuesto está pintada de un azul que asemeja el azul del mar.
Edificada en los años veinte del siglo pasado, reproduce las características de la arquitectura brasileña, inusual en las medianías del sur tinerfeño, se trata de una casa pintada de azul celeste, de ahí el nombre con el que se la conoce, con planta de vivienda y semisótano, y rodeada por un pasillo exterior porticado. El 2 de marzo de 1974 se inauguró “La Casa Azul” como nueva sede del Ayuntamiento.
Hoy viviendo aquí y recordando aquel episodio de mi vida, han pasado ocho años de aquello, no dejo de pensar en los caminos premonitorios del destino. Quién me iba a decir a mí que me establecería aquí y que San Miguel me haría el maravilloso regalo de proveerme de un hogar.
Por mi afán de dedicarme a las letras conocí este lugar y también por mis letras tengo hoy la oportunidad de darlo a conocer, así que paso a describirles desde mi propia óptica como es San Miguel de Abona.
El término abona significa “grandes piedras”, San Miguel de Abona está situado en el sur de la isla, limitando con los municipios de Granadilla de Abona, Vilaflor de Chasna y Arona, tiene este pueblo un acogedor casco histórico y si caminas por sus empedradas calles podrás disfrutar de antiguos ventanales y portales, y más aún, si le permites a tu imaginación tocar en alguna de esas puertas te responderá el murmullo de alguna interesante antigua historia cotidiana.
San Miguel es uno de esos municipios sureños que te conquistará por su sencillez y encanto de otra época. Su casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, es el núcleo urbano tradicional mejor conservado de el sur de Tenerife, desde la perspectiva arquitectónica. Te dará la impresión de estar dentro de esas viejas fotos en blanco y negro, pero con todo su colorido esplendor.
Hay una pequeña ermita, la ermita El Calvario, que ejerce un encantador poder sobre mí, y cada vez que paso por su frente invocaciones universales inundan mi alma. La parroquia matriz es un templo construido en la segunda mitad del siglo XIX. Esta iglesia presenta los rasgos típicos de los templos del barroco tardío canario. Fue construida en piedra y madera de los alrededores y en su interior está la imagen de San Miguel Arcángel, patrón del municipio de San Miguel de Abona.
Son muchos los lugares de interés histórico y cultural de San Miguel de Abona que yo podría describirles, pero prefiero invitarles a que se permitan descubrir este lugar de la geografía Canaria usando sus sentidos, segura estoy que encontrarán a su paso maravillosos rincones, sentirán el clima, olerán la naturaleza, oirán aconteceres pasados, y percibirán la historia que precede a este pueblo del sur y que puja por no dejarse olvidar. En sus edificaciones amtiguas, en sus tradiciones, en sus mayores, en sus hijos ilustres como Juan Bethencourt Alonso, en sus barrancos, en la Casa del Capitán, en la Biblioteca Municipal y en mucho mas lo descubrirán.
Si yo tuviera la oportunidad de contestarle a ese sabio pequeñajo acerca de cómo es el pueblo donde vivo, le diría que desde la azotea de casa puedo divisar el mar, algunos pueblos bajos, una montaña roja, un pedacito de paisaje coloreado de verde y flor y por supuesto un cielo azul, que puedo atrapar con mi mirada la inmensidad del horizonte desde las alturas de sus miradores, que de regreso del trabajo, cuando voy subiendo por la carretera, entre montañas, allí donde las nubes se posan se puede ver mi pueblo, que de noche un mar de estrellas inunda mi cielo, el que puedo ver desde mi ventana y que mi mirada lo descubrió como un hermoso pueblo florido en donde el azul le da color al recuerdo de la primera vez que lo visité.
María de la Luz (04/05/2017)

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