sábado, 9 de junio de 2018

DESPEDIDA


Era el primer domingo del que fuera nuestro último otoño juntos y mientras tocaba te fuiste. Aún resuenan en mi cabeza los acordes de mi guitarra. Nuestra relación se dirigía hacia un inevitable invierno y los dos queríamos desesperadamente emigrar hacia algún lugar donde pudiéramos evitar el frio. Estaba claro que nuestra estación preferida era el verano y que daríamos cualquier cosa por pernoctar en ella, aunque eso significara comenzar de nuevo y trasladarnos a otros lares. Las notas musicales de aquella canción acompañaron tus pasos en el preámbulo de tu partida. Tu maleta estaba hecha hacía algunos días. No fueron necesarias ni preguntas ni respuestas, porque a ambos nos invadía una cómoda complicidad en aquel momento. Siempre lo supimos, preferíamos descubrir otros soles en el horizonte, sucumbir a  la irresistible tentación de sentir nuevos rayos de sol destemplando nuestra piel, e ir tras la excitante aventura de disfrutar olores y sudores diferentes, inclusive de dejarnos lavar los arrepentimientos en playas recién descubiertas.  Con mi canto impedí la tan temida despedida y nos liberamos de dar explicaciones. Lo único que pudiste decir antes de cerrar la puerta fue, que era una bonita canción mientras yo asentía con la cabeza y tarareaba el estribillo.