domingo, 4 de septiembre de 2016

LO QUE EL MUNDO ME DICE

Cuando salgo fuera no voy ni con gafas oscuras ni con música en mis oídos, por el contrario voy atenta a lo que el mundo me dice. Me esmero en entender los susurros del viento a su paso por mi lado, me deleita imaginar que me baño de colores, en especial de ese hermoso azul que muy generosamente nos regala el mar. Me encanta escuchar frases sueltas de conversaciones desconocidas e imaginar asombrosas historias. Oigo que mis recuerdos me llaman, me detengo, dejo que se acerquen y que vengan conmigo a donde quiera que voy. Me convierto en una gran observadora de lo pequeño, de lo diminuto, de lo que pasa desapercibido, y me doy cuenta de que hay lugares de luz y lugares de oscuridad, que los fantasmas, monstruos y demás seres invisibles también están ahí por doquier, que siguen y acompañan a las personas ya sean familiares o amigos y que se puede hablar con ellos. Descubro millones de estrellas llenas de pedacitos de cielo, también descubro que los árboles cantan, que las olas del mar juegan y ríen a carcajadas todo el tiempo, y si camino muy rápido desacelero mi paso porque así entiendo mejor lo que el mundo me dice. A mi paso voy viendo personas que gritan su angustia presumiendo de felicidad. Aprendo que hay otras palabras detrás de las palabras, que hay otras lágrimas detrás de las lágrimas y que hay otras sonrisas detrás de las sonrisas. Que las sequías, los desiertos y las pobrezas están dentro, pero que también hay pobrezas afuera. Veo a niños y jóvenes esclavos de sus teléfonos, perdidos tras un tropel de fotos y a adultos también, pero no sucumbo a la desesperanza, me miro en ese espejo y entonces dejo volar mi imaginación, escucho a otros mundos imaginarios que también me hablan y dejo que momentos de magia llenos de creatividad me envuelvan, me convierto en lugares recónditos y creo personajes extraordinarios. Asumo que es una maravilla de la intuición y de la percepción esa voz interior que me habla y que solo es posible escucharla cuando se apartan los ruidos de la superficialidad. Sigo caminando, me detengo en mi misma y esta vez soy yo la que le responde al mundo, hilando historias y presentándole a mis personajes. Vuelvo a imaginar que me baño de colores, hablo con el mar, escucho los sonidos que apaga la bulla, respiro y siento mi respiración, percibo sutiles aromas, descubro una soledad mágica llena de sabiduría, aparece lo simple que me quita peso, dejo que el sol me alumbre e invoco a la lluvia, entonces se dibujan en el paisaje los misterios del universo, por eso cuando salgo fuera me aseguro de que mi teléfono esté en lo mas profundo de mi bolso, no llevo gafas ni música en mis oídos porque voy atenta a lo que el mundo me dice.

María de la Luz

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Gracias por volar en el cielo de mis palabras!!!