jueves, 20 de noviembre de 2014

EL REPARTIDOR DE VERDADES

El repartidor de verdades enumeró una serie de ejemplos a Pepe. El niño fue comprendiendo poco a poco las palabras de aquel extraño señor. Y antes de que se diera cuenta, tenía en sus manos un pequeño libro color verde, que le obsequió, para que de vez en cuando leyera algunos ejemplos y así, siempre tuviera en mente, alguna verdad para cuando la necesitara.

Cuando repartidor y niño se disponían a despedirse, se acercaron otros hombres también altos y delgados, que saludaron a ambos con un gran abrazo y se alejaron en alegre diálogo, pues al parecer ellos también eran repartidores.

Al llegar a la biblioteca y al ver a sus compañeros habituales, Pepe quería compartir con ellos su experiencia del encuentro con el singular hombre. Pero su sorpresa fue muy grande, cuando los otros niños también contaron que habían tenido, camino de la biblioteca, unos encuentros muy extraños, con unos señores muy altos y muy delgados.

Resulta que un niño se había topado con el repartidor de franquezas, otro se había encontrado al repartidor de honestidades, una niña se había tropezado con el repartidor de veracidades, los gemelos vieron al repartidor de certezas y otro niño al repartidor de autenticidades, y cada uno tenía en sus manos un pequeño libro al igual que él.

Así que Pepe y sus amigos pasaron aquella tarde en la Biblioteca, contando cada uno su experiencia y mostrando sus libros.

Maria de la Luz (Noviembre 2014).

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