viernes, 24 de abril de 2015

ENTRE COLORES


Habían iniciado su noviazgo hacía muy poco tiempo, pero en realidad eso no importaba, ya que cuando aparece el amor, el tiempo se pierde de vista; al menos eso era lo que ella había experimentado. Era bailarina y desde la mas tierna edad se había subido a un escenario y ahora, además de danzar con sus compañeros, lo hacía con la explosión de intensos y maravillosos colores que había originado su amor por él. Cada vez que se subía a las tablas aparecían ellos: brillantes, vivos, profundos, amontonados, mezclándose unos con otros y danzando junto a ella.
Y es que así era esa sensación maravillosa que la acompañaba desde que se entregó a construir la coreografía del amor. Cuando su cuerpo entraba en movimiento, la invadía una gama de colores y danzando como si estuviera sobre una gran paleta jugaba con los tonos y las intensidades, entonces, sus pies y manos se convertían en maravillosos pinceles, que coloreaban los sentimientos que le daban vida al amor.  
Sus compañeros no podían imaginar la cantidad de colores que originaba su baile. A  sus ojos el escenario ya no tenía decorado, ni el salón de ensayo estaba libre ya que ellos, los maravillosos colores lo invadían todo.
Rubí y Rubio se habían convertido en las grandes promesas de aquel prestigioso ballet. Allí se habían conocido y allí habían comenzado la danza de su amor. Con su baile pintaban en distintas tonalidades sus movimientos, cada paso, cada giro, dando brillo  y diferentes matices a cada color, salpicando al tímido blanco o decolorando al oscuro negro cuando era necesario. Ella lo había llevado a él también, a sumergirse en la explosión de colores que originaba el amor mutuo, así que cuando ambos danzaban, sentían esa maravillosa sensación que surge, al entregarse a la colorida coreografía del amor. Entre colores discurría su baile y su amor.


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