jueves, 15 de enero de 2015

EL LIBRO DE LOS SECRETOS

Cada vez que abría el libro algún secreto se escapaba, por lo tanto, iba con sumo cuidado a la hora de hacer la selección. Era un consumado lector y un asiduo usuario de aquella pequeña biblioteca así que todos los viernes, iba en búsqueda de un nuevo libro para el fin de semana. 
Según su experiencia, ya que en varias ocasiones se había topado con el susodicho libro, este tenía la particularidad de no poder ser visto. Los secretos que contenía, tenían la habilidad de mantenerlo oculto así que fácilmente podía caer en las manos de cualquier usuario de la biblioteca.

Tenía la certeza de que él no era el único que había sido víctima de aquel libro, sino que  por el contrario, los demás usuarios de la biblioteca al igual que él, mantenían en secreto el haberlo descubierto.

Los secretos podían ser de varias clases: Existían los secretos voladores, que por la velocidad de su vuelo se volvían inalcanzables, estaban los secretos escurridizos de esos que caen en cualquier punto y se deslizan con facilidad, también los había de los que se esconden en el bolsillo y van a todas partes con uno, los secretos íntimos iban de incógnito y los secretos misteriosos eran los más difíciles de descubrir y los más de temer. De todas maneras, fuera cual fuera la clase de secreto, lo cierto y seguro era, que ejercían una poderosísima influencia y magnetismo sobre el lector de los que  no se podía escapar, y generaban una gran expectativa por descubrirlos y resolverlos. 

Nunca podrá olvidar su incidente, con el secreto de amor que se escapó, al abrir el libro la primera vez que cayó en sus manos. Recuerda claramente que caminando despacio por el último pasillo de la izquierda, leyendo uno a uno los títulos y autores, deteniéndose en alguno que otro libro para ojearlo, no supo cómo ni cuando, se encontró repentinamente con EL LIBRO DE LOS SECRETOS entre sus manos. 

Al abrir el libro, aquel secreto de amor saltó sin aviso y sin protesto sorprendiéndolo enormemente, lo que le hizo dar un tras pies y cerrar el libro abruptamente, produciendo un sonido fuerte, con lo cual algunos usuarios de la biblioteca le pidieron mantenerse en silencio. 
Pasó meses enteros ocupado, primero en evadirlo  y luego, ya no teniendo más remedio, en descubrirlo. Cuando por fin logró resolver aquel secreto, ya había reunido el suficiente valor para declararle su amor a la guapísima bibliotecaria, que ocupaba su corazón desde hacía mucho tiempo atrás.

No era muy frecuente toparse con aquel libro, pero él había tenido el cuidado de no dejar sin descubrir ni resolver el secreto que se escapaba cada vez que  lo había abierto, pues ya había sido víctima de las consecuencias de no hacerlo.
Estaba seguro que algún secreto misterioso se  había escapado y andaba suelto por allí y pensaba que  hasta que no lograra ser descubierto y resuelto por el lector al que se le había escapado, EL LIBRO DE LOS SECRETOS no dejaría de hacer de las suyas en aquella pequeña biblioteca, pues creía firmemente que el secreto misterioso sin resolver le daba un enorme poder a aquel enigmático libro.

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