EL MIMO
Caminando por el pequeño pueblo donde vivo,
justo en el centro donde están todas las tiendas y numerosas terrazas, estaba
aquella figura delgada e inmóvil. Me acerqué atraída por el color de su
vestimenta que siendo toda de blanco le daba un aspecto atractivo y pulcro. Su
inmovilidad perfecta y su lenguaje corporal fue lo que llamó mi atención y la
de los niños que estando por allí se acercaban a mirarla. No aguanté la
tentación y le tomé algunas fotos. Repentinamente nos sorprendió
gratamente a los niños y a mí con un movimiento elegante y dirigido hacia los
que allí le observábamos. Me percaté de que aquel mimo era una chica, e
inmediatamente sentí admiración por lo que expresaba con su arte y por su
manera de ganarse la vida. Para los niños lo que representaba aquella chica,
era una fantasía maravillosa y mágica que se reflejaba en las sonrisas y gestos
que expresaban en sus pequeñas caras al observarla. Numerosas personas al pasar
por allí seguían su tránsito sin detenerse, apenas lanzando una mirada o
esbozando una sonrisa en sus rostros. Al enfocarla con mi móvil, me lo
agradeció con su mirada. Pero más le agradecí yo lo que hacía con su arte, ella
sola con su vestimenta blanca, con su exquisita técnica de mimo, con la
disposición de todo su ser al completo, regalaba magia y fantasía, regalaba eso
que hace exaltar la imaginación y la sensibilidad humana aunque sea por un segundo,
pero que llena tanto. Por un instante imaginé, -y si todos fuéramos mimos y
también al igual que ella fuéramos por allí por la vida, regalando fantasías,
embelleciendo momentos, creando instantes mágicos-. Y precisamente eso fue lo
que sucedió aquel cotidiano día, aquella encantadora mima nos regaló a los
niños y a mí, un instante mágico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por volar en el cielo de mis palabras!!!